En busca de la felicidad, ¿encontramos infelicidad?

¿Es posible que en busca de la felicidad logremos ser cada vez más infelices? Parce que sí. Sentimos que nuestra vida fluye cuando las cosas se nos empiezan a dar, aparentemente, sin esfuerzo. Notamos que estamos sincronizados con nuestro entorno y viceversa. Nos sentimos plenos. Esta experiencia se da porque logramos poner nuestra atención al servicio de una meta que está alineada con lo pensamos, sentimos y hacemos.

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En cambio si no existe esta alineación entre lo que pensamos y sentimos es probable que nos sintamos bloqueados. Enfocar nuestra atención en metas que confluyen en la confrontación entre lo pensamos y sentimos, nos pone en un conflicto interno que nos deposita en sentimientos de frustración.

La felicidad infeliz: Midas y la frustración

En la cultura que vivimos, donde el cuerpo tiene el rol protagónico en función a un contexto aspiracional, el estatus social, el dinero y el poder se convirtieron en símbolos de felicidad. La gente sigue pensando que cambiando las condiciones externas de su vida encontrará la solución a sus problemas. Si acceden a un sueldo mayor, tener un mejor estado físico, o incluso lograr que la pareja la comprendiera del modo que esperan, realmente serían más felices. Si acceden a estos símbolos de alguna manera, lograrán por fin, sentir que fluyen en la vida y, en realidad, terminan cayendo en la trampa que cayó el rey Midas.

Como la mayoría de las personas, el rey Midas pensó que si llegase a ser inmensamente rico su felicidad estaría asegurada. Por esto hizo un pacto con los dioses, quienes tras regatear un largo rato, le ofrecieron un acuerdo: que todo lo que tocase se convirtiera en oro. El rey Midas pensó que había hecho el negocio de su vida. Nada se interpondría ante su deseo de ser el hombre más rico y feliz del mundo. Aunque sabemos cómo termina el mito, pronto Midas tuvo que lamentar su acuerdo, porque las delicias que le servían para comer y los mejores vinos para tomar se transformaban en oro antes de que pudiese llevarlos a su estómago, así que murió rodeado de su tesoro.

Csikszentmihalyi, autor del libro Fluir, asegura que los consultorios están llenos de personas, en la crisis de la mediana edad, porque se dan cuenta de repente que una casa en el country, autos último modelo e incluso la mejor de las educaciones, no son suficientes para lograr paz mental. El autor asegura que, vale la pena reconocer que el éxito material no trae consigo la felicidad.

Nos esforzamos en alcanzar metas externas, que no están alineadas entre lo que pensamos y sentimos creyendo que será la solución para que mejore nuestra vida, y lo único que logramos es sentirnos cada vez más infelices.

Los valores y la felicidad

Los valores son la brújula ente aquello con lo que nos comprometemos. Son principios o cualidades que nos resultan deseables. Es posible que estas cualidades las apliquemos para otros y no para nosotros mismos. Por ejemplo: ser “ambles” con demás, y con nosotros mismos nos comportamos como los peores tiranos. Algo anda mal, ¿no? Cuando no somos fieles a nuestros valores es posible que sintamos que algo falta, porque los valores constituyen una de las fuentes primaria de nuestra motivación.

Los valores son el producto de nuestra experiencia de vida, por lo tanto están en la esfera de nuestras creencias, y éstas pueden ser limitantes. Por eso, es conveniente repasarlos y tomar consciencias si los valores que pensamos coinciden con lo que sentimos y viceversa. El ejercicio de la rueda la vida puede ayudar a hacer esta tarea.

Donde ponés tu atención, ahí está tu mente y tu cuerpo. Las metas que perseguimos deben estar alineadas entre lo que pensamos y sentimos, alineadas con nuestros valores. Metas que nos hacen mejores como personas, y nos ayudan a alinear nuestros pensamientos y sentimientos para así poder sentir que nuestra vida fluye. Metas que concilian nuestro interior con el exterior. Es por eso que, cuando no nos sentimos alineados, nos violentados y, cuando todo fluye nos sentimos en armonía.

En palabras de Csikszentmihalyi , en vez de preocuparnos sobre cómo conseguir un millón de dólares o cómo hacer amigos e influir en las personas, parece ser más beneficioso averiguar cómo puede hacerse más armoniosa y más satisfactoria la vida cotidiana para lograr así la felicidad por una ruta directa, en vista de que no podemos alcanzarla persiguiendo metas, únicamente, simbólicas.

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