En general las personas tomamos la decisión de cambiar cuando nos enfrentamos a una situación límite, cuando decimos “así ya no puedo seguir”. Entonces, comenzamos a buscar la forma para poder cambiar. Mientras tanto vivimos en modo automático, creyendo que podemos controlar el entorno, repitiendo los mismos pensamientos de siempre pensado que vamos a lograr nuestras metas y frustrándonos si las cosas no salen como queremos.
Para sentirnos bien con nosotros mismos, y así lograr nuestras metas tanto personales como profesionales es importante que podamos redescubrir nuestras capacidades. Entre otras cosas, es preciso que podamos apuntalar nuestra inteligencia emocional y social, aprendiendo a definir objetivos sabiendo que se interrelacionan con todo lo que hacemos y nos rodea, comprendiendo el diálogo mente/cuerpo y su proyección. Y distinguir entre las fantasías del juego que jugamos a diario en piloto automático, de la realización existencial.
No esperes el momento perfecto: La vida pasa, pasa y pasa
La vida pasa, y siempre pasan cosas. El punto está en el modo en el que reaccionamos a los que nos pasa, y cómo ponemos en acción nuestras metas para alcanzarlas. Comprender la naturaleza de nuestra mente nos da la posibilidad de comenzar a hilar momentos que nos acercan a nuestros objetivos.
Como vimos en el post El mapa no es el territorio, la clave de transitar nuevos caminos está en ampliar nuestro mapa interior. Para lograrlo nos queda llevar adelante lo que sabemos hacer, desde otra perspectiva, como cartógrafos de nuestra vida, a medida que observamos la manera en la que nos comunicamos con los demás o como actuamos en general en relación a nuestros procesos mentales y estados emocionales, podremos modificar aquellos caminos que nos están conduciendo a los mismo resultados que no queremos o definir nuevos.
Crear “momentos perfectos”
Somos mucho más que nuestra conducta, y si hasta ahora no lograste las metas que te propusiste, es posible que sea porque no tenés una motivación fuerte que te llene el corazón y, te invite con amabilidad -en cada momento de debilidad- a no abandonar tu objetivo. Crear momentos perfectos para hacer lo que queremos depende únicamente de nosotros. Dependerá del modo en el que reorganicemos nuestras creencias y, por ende, hábitos.
Partiendo de la premisa, como vimos en el post sobre los fracasos, de que: el momento perfecto no existe, sólo existen momentos que en función a tu modo de verlos, serán o no adecuados para hacer lo que te propongas. Claro que está que, como vimos, no se trata de embarcarnos en fantasías o ensoñaciones, sino más bien anclarnos en la realización existencial que un abanico nuevos de posibilidades para cultivar nuestro mapa interior.
Cuando comenzamos a darle sentido a otro tipo ideas que nos permiten, en principio, estar más tranquilos y las sensaciones comienzan a ser otras es cuando estamos en el momento justo para crear motivaciones que nos llenen el corazón y proyecten nuevos caminos para crear “el momento perfecto”, sabiendo que éste nos es más que un espejismo, que sólo nos encontraremos con momentos y la sabiduría para afrontar lo que suceda con amabilidad y sin juzgarnos.